Historias y relatos de terror

domingo, 31 de mayo de 2020

Mi hijo me ha contado algo espeluznante



Cuando tenía cuatro años, algo aterrador solía ocurrirme por las noches. No sé porque de repente alucinaba escuchar voces, susurrando en la oscuridad, como si estuvieran observándome. Eran sarcásticas y desagradables. Solían hacer preguntas como «¿se ha dormido ya?», para luego responder, «no, solamente está fingiendo».
Acto seguido se reían maliciosamente y yo literalmente, me hacía pis del susto. Lo peor era cuando soñaba con ellos. No podía verles las caras pero en las pesadillas que sufría, siempre acababan pegándome una paliza.

Yo vivía únicamente con mis padres en casa y desde luego, sabía que no eran ellos quienes me hacían tales cosas.
En ese entonces me refería a las voces como «los chicos malos de la cocina».
Pero el tiempo pasó y afortunadamente, esa oscura fantasía se quedó muy atrás, como suele pasar con todos los temores de la infancia.
O eso pensaba, hasta lo que ocurrió hace poco.
Tengo 39 años en este momento y un hijo de seis con una imaginación muy activa. Últimamente se ha vuelto adepto a los amigos imaginarios. Me contó que contaba con un amigo llamado Ben, con el cual se enojó por algo que había dicho acerca de mí.
—¿Qué fue lo que te dijo, campeón?
—Ben dice que cuando tú eras niño, él y sus colegas solían hacer que te orinaras de miedo en los pantalones.
Reí, hasta que mi pequeño comenzó a darme una descripción demasiado detallada de la casa en la que había vivido a los cuatro años y hasta bien entrada mi adolescencia. Un lugar que él no había conocido en lo absoluto.
—Ben y sus amigos dicen que tú los llamabas «los chicos malos de la cocina» y también que te daban palizas horribles —prosiguió él, haciendo que un escalofrío de puro terror me corriera por la espalda.
Imposible, pensé, aquello era simplemente imposible.
—¡Y yo me molesté mucho con él, papá! Porque tú eres mi héroe y nadie puede darte palizas —prosiguió mi hijo, ignorando el miedo que acababa de provocarme con sus palabras—, es por eso que no he vuelto a dirigirle la palabra a Ben.
Me esforcé por sonreír, aunque estaba paralizado por el temor. Revolví con una mano sus cabellos y traté de parecer despreocupado.
—Tú no hagas caso de lo que te diga ese chico —le dije, tratando de tranquilizarlo—, estoy seguro de que Ben solo tiene celos. Por eso te dijo todas esas mentiras.
Mi hijo me devolvió la sonrisa y se fue a jugar. Desde entonces, no he parado de pensar, no he parado de observarlo.
Creía que esas cosas de mi niñez no eran más que pesadillas de crío.
Y aunque he tratado de olvidarme del asunto, lo cierto es que no puedo evitar mirar a mi hijo con recelo, cada vez que habla con el aire y finge estar con alguien que yo no veo.
Este relato corto está basado en la experiencia de un usuario de Reddit, donde las personas compartieron las cosas más macabras que han visto hacer o decir a los niños.
Aun sigo pensando que tanto veran los niños que nosotros no sabemos . 

sábado, 30 de mayo de 2020

EL SECUESTRADOR DE CADÁVERES

 

Había una vez un hombre que vivía junto a un cementerio. Ese hombre se llamaba don Diego de Salazar y su historia se sitúa en la España del siglo XVI. Se trataba de un hidalgo ya maduro, sin familia ni amigos íntimos, cuya única ocupación conocida era oír misa en cualquiera de las muchas iglesias de la ciudad. No tenía ningún criado y sus vecinos atribuían esa peculiaridad a la pobreza o a la avaricia, pues no podían imaginarse que un hombre tan devoto tuviera ningún secreto que esconder. Pero en ese punto se equivocaban, pues el señor de Salazar era un necrófilo insaciable, que solo entraba en las iglesias para estar al tanto de los funerales que se celebraban en la ciudad. Cuando se enteraba de que había fallecido una mujer joven y hermosa, asistía discretamente al funeral para enterarse de dónde la enterraban. Por la noche, cuando el cementerio se quedaba desierto, salía de su casa, exhumaba a la difunta y la usaba para satisfacer su lujuria.

Tras varias semanas infructuosas, Salazar sintió un estremecimiento de placer al oír que acababa de fallecer doña Ana de Guzmán, una de las damas más hermosas del vecindario. La muerte de doña Ana se había producido a causa de una extraña y fulgurante enfermedad, que había burlado la pericia de los médicos y que, seguramente, le había sido transmitida por la mordedura de un murciélago. Aparentemente, aquella dolencia la había matado sin restarle ni un ápice de su belleza, pues, dejando aparte la inevitable palidez del rostro, a simple vista parecía más dormida que muerta.

Aquella noche Salazar entró en el cementerio sin ser visto, desenterró a doña Ana y comprobó, satisfecho, que seguía siendo irresistiblemente bella. Sacó una navaja para desgarrar los ropajes de la difunta, pero entonces esta resucitó repentinamente y se arrojó sobre el sorprendido necrófilo, con el ímpetu de un gato montés que acomete a su presa. Cuando intentó clavar sus afilados dientes en el cuello de Salazar, este comprendió, aterrorizado, que doña Ana se había convertido en un vampiro sediento de sangre. Sin embargo, se trataba de un vampiro que aún no había tenido oportunidad de alimentarse, de modo que sus fuerzas no eran superiores a las de una mujer ordinaria. Mediante un duro esfuerzo, don Diego consiguió detener a la mujer vampiro y clavarle su navaja en el corazón. Entonces doña Ana se desplomó y quedó tendida sobre su lápida, completamente inmóvil. Al parecer, había muerto de verdad y para siempre, pues incluso se había apagado el brillo infernal de sus ojos. Salazar suspiró aliviado al comprobar que no solo estaba a salvo, sino que además tenía aquel deseado cuerpo a su merced. De todos modos, tomó precauciones por si se producía una nueva resurrección: ató fuertemente los miembros de doña Ana y le cosió la boca con un hilo muy resistente. A continuación, le rasgó la ropa y la penetró salvajemente, aullando de placer. Pero entonces sintió en su miembro viril un dolor realmente atroz. Nuevamente aterrorizado, se apartó de la mujer vampiro y vio que su órgano sexual había sido roído. Entonces del vientre de doña Ana surgió una grotesca criatura humanoide, no mayor que una rata, pero armada con dientes sumamente afilados.

El feto vampiro de la encinta doña Ana saltó sobre Salazar y mordió con ansia su garganta, hasta desangrarlo y marcharse en busca de nuevas víctimas.

viernes, 29 de mayo de 2020

Brujería mortal



Mi historia no es del todo paranormal, pero si está relacionado con un fuerte trabajo de brujería.

Soy del estado de Yucatán. Aquí mucha gente cree en la brujería y en ocasiones utilizan la magia negra para atacar a otras personas.​

Bueno, mi familia vivía en un poblado llamado Temozón y la historia gira en torno a mi tía Q.E.P.D.

Mi tía era una persona muy guapa, le gustaba arreglarse, era risueña, noble, amable y de buen carácter. Acudía a los gremios, una tradición yucateca que se realiza en el pueblo, siempre haciendo amigos y llevándose bien con todos, o al menos eso creíamos...

Pero las cosas cambiaron de una manera inesperada con el paso del tiempo. Mi tía ya no era la misma persona alegre que todos conocíamos, sino que ahora estaba seria, cansada, hasta incluso parecía triste. Por más que mi mamá le preguntaba si tenía algo, ella decía que estaba bien solo que durante las noches no podía conciliar bien el sueño.

En fin, durante un tiempo su actitud se mantuvo así, y a parte se alejó mucho de la familia. Mi mamá preocupada decidió que un día fueramos a visitarla a su casa y para nuestra sorpresa, al verla ella estaba de mal a peor; era muy delgada, ojerosa y desarreglada. Su casa de siempre mantenerla limpia estaba descuidada, y a parte nos percatamos que llevaba un tiempo sin ingerir alimentos. Ella decía que era falta de hambre, pero definitivamente eso ya no era normal, todos empezamos a preocuparnos por ella.

Decidimos llevarla con un doctor para que le hicieran análisis, pero lo extraño era que no mostraba ningún problema... Pasó aún más tiempo y mi tía ya había cambiado completamente...

Llegó el día que enfermó, aunque aparentemente los doctores le dijeron que ella estaba sana y no era así, poco a poco fue perdiendo la fuerza hasta incluso, no poder hablar.

Los doctores seguían sin saber cual era el problema, y la solución para ellos era mandarla al hospital O'Horan en Mérida, para que recibiera atención medica (los que conocen o han oído hablar de ese hospital saben cómo es la situación allá).

Mi mamá y demás tías estaban muy preocupadas por su hermana, que decidieron buscar otra alternativa, la magia...

Fueron a visitar a una señora que hace brujería, le contaron y ella les recomendó unas hiervas y brebajes, para cuando fueran al hospital a visitar a mi tía, se las dieran a beber. Desafortunamdamente, esto no la hizo mejorar, al contrario mi mamá y tías se dieron cuenta que la salud de mi tía estaba empeorando drasticamente.

Decidieron ir con otra señora, una espiritista de Valladolid que realmente era muy caro atenderte con ella. Le contaron la situación y hasta los menjurjes que la bruja anterior les había recomendado...

La espiritista comenzó a leer las cartas mientras mi mamá seguía explicándole y dijo que cuando te hacen brujería se va haciendo por etapas y mi tía ya estaba en la etapa de velación, donde ya no quedaba más por hacer...

Les dijo que la bruja anterior con la que habían acudido por primera vez, era quien le estaba haciendo la maldad a mi tía, por esa razón no mejoraba su salud. 

Obviamente, mi mamá y tias se sorprendieron, no sabían porque la bruja quería hacerle daño a mi tía si ni siquiera la conocía...

Pero la espiritista les explicó que al parecer una persona muy allegada a la familia de mi tía había ido con ella para hacerle magia negra.

Resulta, que en una ocasión mi tía y su cuñada pelearon horrible (ellas nunca habían llevado una buena relación), y en una reunión familiar que hubo después, tuvieron ambas que tolerarse la presencia, aunque supuestamente, su cuñada le puso algo a la comida de mi tía que le ocasionó el mal. Desde ahí comenzó todo....

La espiritista dijo que no podía hacer nada ya, que si hubieran ido con ella desde el principio hubiera más esperanza de poder salvar a mi tía. La única opción que les dio era mejorarla por unos días para que la dieran de alta en el hospital y sacarla de ahí para que llegara a descansar a su casa.

Mi familia accedió y volvieron a darle menjurjes a mi tía, en el proceso de tres días efectivamente mejoró bastante y lograron sacarla del hospital.​

Cuando la llevaron a su casa mi mamá me habló rápidamente para decirme que si me quería despedir de mi tía y yo acudí rápidamente. Cuando llegué, mi prima la tenía abrazada mientras le rezaban, poco a poco mi tía fue desvaneciendo hasta dar su último suspiro.​..

En su acta de defunción el doctor puso que había muerto a los 53 años de edad por causas naturales. En su funeral llegó la espiritista que la había sacado del hospital, e hizo unas oraciones para que su alma descansara en paz y no fuera atrapada por el maligno.

La verdad fue un proceso muy triste para mí y mi familia lo que tuvimos que vivir. 

En El Manicomio


Yo me encontraba a cargo de todos esos desgraciados, Tenía la responsabilidad de hacer que se sintieran cómodos, si es que eso era posible.

Tenía la responsabilidad de levantarlos, alimentarlos, ducharlos, controlarlos, de contener todas sus vidas. Es el precio que hay que pagar por la locura.

 Sí, yo trabajaba en una clínica mental, mejor dicho un “loquero”. Todos los días tenía que cuidarlos y normalmente no era una tarea muy difícil; la mayoría se negaba a hablar, el encierro hacía que sus mentes se volvieran simplemente vacías, sin ningún otro propósito que existir.

A los que hablaban, era preferible no escucharlos. Pero lo que siempre se escuchaba, sin excepción alguna, eran los gritos desesperados de cada una de las habitaciones.

Al director de la clínica no se lo veía mucho en los alrededores. Era una persona muy fría y jamás le importó la comodidad de estas personas, que vivían empeorando en su propia miseria.

Los pacientes llegaban a golpearse, morderse y rasguñarse hasta sangrar o peor. Al principio no fue muy difícil controlarlos, pero se fueron poniendo cada vez más violentos. Sin embargo, el doctor director no tuvo el más mínimo de consideración hacia ellos.

Hubo una rara vez en que un hombre ciego, bastante grande de edad, llegó a la clínica escoltado por dos policías. Había sido declarado mentalmente enfermo e incapaz de proceder ante el juicio del asesinato de tres jóvenes. Según él, sus almas habían sido raptadas por una criatura maligna.

 Este hombre estaba de veras mal de la cabeza, sin duda alguna. Seguramente sufría de esquizofrenia o algo parecido. Sin embargo, el viejo no causo problemas durante las primeras tres semanas. Hasta solía hablar con él y no parecía estar loco.

Pero, una noche, durante la cuarta semana, se escucharon los gritos del viejo por todo el edificio. Había despertado a todos los restantes pacientes y los alaridos no cesaban.

 Como conocía al viejo, decidí tratar de averiguar que le pasaba, pues esa actitud no era propia de él. Me dirigí hacia su habitación, aunque las habitaciones se parecen más a una celda, pues están encerrados con llave, ahí la mayor parte del día y en ellas no cuentan con nada más que la cama y unos cuantos muebles.

El anciano estaba sentado en un rincón, simplemente gimiendo de dolor. Pensé que seguramente estaría sufriendo de algún mal causado por heridas externas o internas. Sus gritos no daban a entender que era un dolor común. Cuando entré, junto a otros dos médicos, no podíamos creer lo que estábamos viendo.

Al principio parecía estar acurrucado en el piso, pero inmediatamente luego de que tuvimos una vista más cercana, pudimos notar que estaba en una horrible posición. Era simplemente incomprensible. Nos quedamos petrificados por unos segundos y no hubiéramos podido salir del trance de no ser por los gritos infernales que emitía el anciano.

Una vez en enfermería, no pude evitar querer ir a visitarlo. Quería saber la causa de su raro acto de contorcionismo. El doctor encargado de él no sabía nada, es más, decía que el paciente tenía un casi perfecto estado físico. Me dejaron estar sólo por unos minutos con el anciano y por eso le planteé directamente lo que le había pasado y esta fue su respuesta 

“Lo vi. Me encontró y no me dejará en paz. No estoy loco, no, no lo estoy. Pero sólo yo puedo verlo, no deja que otros lo vean. Se mete dentro de mi cabeza y hace cosas contra mi voluntad. 
Pero no es una alucinación ¿Tu me crees?”

y antes de que le pudiera contestar llegó el guardia y me obligó a ir de vuelta a mi trabajo. Todavía desde el pasillo podía escuchar como se repetía a si mismo que no estaba loco y que lo ayudaran.

Días después fue dado de alta y cada vez que tenía que atenderlo parecía más estremecido. Empezó a gritar todas las noches, según lo que me contaban los guardias y por las mañanas aparecía con cortes por todo el cuerpo. Fue llevado a un área de más importancia, donde decían que podían controlarlo mejor. Tres semanas más tarde murió.

Durante unos meses me estuve preguntando que habría sido del viejo, y qué es lo que él veía; pero, lentamente fui olvidándolo.

Años más tarde, cuando me encontraba haciendo guardia de noche en la clínica, escuché esos mismos gritos, eran inconfundibles, atroces. Sentía como se me helaba la sangre. Me dirigí hacia la habitación en donde había estado el anciano, la cual había sido ocupada nuevamente.

 Era una imagen aterradora. Era el otro paciente, estaba en el rincón, tal como lo había estado el viejo aquella noche. Pero no estaba solo, había una cosa con el y lo mató delante de mis ojos. No podía moverme. La criatura había empezado a acercarce a mí, y lo último que recuerdo de esa noche fue esa cara maldita, esos ojos que no mostraban ni el más mínimo destello de piedad; esas garras que desgarraban piel y carne sin misericordia, luego perdí la consciencia.

Al día siguiente desperté en la habitación, junto al cadáver ensangrentado. Yo estaba empapado en sangre y mi desesperación creció y creció. Golpeé la puerta rogando por ayuda, temí que la criatura regresara.

 Ahora puedo comprender al viejo, mientras me encuentro del otro lado, donde no estoy protegido de eso y nadie quiere escucharme, nadie me creerá, lo sé, ni siquiera ustedes.

"Sufrirás mas que yo"



Mi nombre es Juliana  tengo 30 años y estoy cargando con una maldición. 

Cada día que me levanto siento como si me enterrase vidrios en mis pies, haciendo que estos sangren sin razón alguna. No puedo comer nada, ya que mis dientes se están pudriendo. Los doctores ya me revisaron pero no encontraron nada. En las noches siento un olor putrefacto horrendo, se escuchan gritos incesantes y llantos de una niña pequeña. 
Eh tratando de llamar a un cura para que venga a revisar la casa, pero nadie me quiere ayudar. Al parecer saben la razón por la cual estoy así.
Mi hija se suicido a los 15 años de edad, dejo una carta y se corto las venas. En la carta decía que yo era la culpable de su muerte y que pagaría por haberla dejado sola. Oculte la carta para que nadie sepa la razón. 
Desde entonces estoy sufriendo. Mi esposo me ha dejado por otra, no tengo trabajo, me estoy pudriendo por dentro. Literal mis intestinos se están muriendo, pero aun sigo viva. 
Solo quiero ver a mi niña y decirle que lo lamento.. Por haberla dejado sola.. Por haber permitido que ese hombre llamado mi hermano.. entre a mi casa. Quisiera verte por ultima vez..
En eso un frió estremecedor se siente en la habitación y se escuchan unos quejidos proviniendo de afuera de la habitación. 
Estoy paralizada.. No puedo moverme para tomar el teléfono..

Hola mama.. Se escucha una voz seca y entre jadeos veo ami hija parada detrás de mi, con los ojos rojos y su cuerpo con marcas de cortadas y lleno de tierra.

-P-por favor.. perdoname.. Le dije lagrimas en mis ojos.

Ella solo me miro y me susurro. Esto aun no empieza.. debes sentir el mismo dolor que yo.. Debes sufrir mas que yo!

jueves, 28 de mayo de 2020

Teratofobia


Mi hijo de once años estuvo en un accidente horrible hace cuatro meses. No quiero entrar en detalles de lo que pasó, pero lo dejó desfigurado con quemaduras de tercer grado a lo largo de todo su rostro, cabeza y torso superior.

La primera semana en el hospital fueron los peores días de su vida. Ni siquiera puedo empezar a imaginarme cuán terribles fueron para mi hijo. No lloraba debajo de esos vendajes. Ni siquiera hablaba. A veces, simplemente despedía un sonido agonizante de quejido. Le pedí a mi doctor histéricamente que me explicara lo que sucedía. Me dijo que mi hijo sufría un dolor inaguantable y esos tipos de movimientos de su boca o rostro empeoraban las cosas dramáticamente. Así que solo se acostaba en silencio. El pensamiento aún me acecha. Estar bajo un dolor tan indescriptible… y tener que quedarte inmóvil, de momento a momento, sin ningún escape o distracción. El doctor me explicó que lo estaban medicando lo mejor que podían, pero que tenían límites.

Cuando le quitaron los vendajes a mi hijo, grité vigorosamente. No fue mi intención hacerlo. Pensé que estaba preparada para lo peor. Pero no lo estaba. Estaba aterrada. Ni siquiera podía verlo. Me daba náuseas pensar en su apariencia. Mi hijo había vuelto a hablar para este punto. «¿Tan malo es, mamá?», me preguntó; su voz temblaba. Le dimos un espejo. Permaneció en silencio. No habló, solo se sentó en silencio por horas, ignorándonos. Eventualmente, me volteó a ver. Yo esquivé su mirada de inmediato; no lo pude evitar. En silencio, casi como un ratón, dijo: «Pero me van a arreglar, ¿verdad, mamá? ¿Estaré bien, verdad?». No le podía mentir, pero tampoco podía decirle la realidad. En vez de eso, hice algo peor. Lloré. Acosté mi rostro sobre mis manos y lloré.

Mi hijo se quedó en el hospital por meses. Se intentaron varios injertos cutáneos, pero no ayudaron. De hecho, de alguna forma hicieron que mi hijo se viera aún peor. Familiares y algunos de sus amigos quisieron visitarlo, aunque se rehusó. Ni siquiera lo consideró. Me dijo que no quería que ninguna otra persona lo volviese a ver jamás. Dijo que nunca quería irse de la habitación del hospital.

Pero, por supuesto, el momento de volver a casa llegó. Primero, las cosas estuvieron más o menos bien. Se confinó a su cuarto jugando videojuegos. Era un gran escape para él. Vestía con un sombrero y gafas de sol en todo momento, y en verdad ayudaba. Al menos un poco. El hospital lo remitió con un psiquiatra para que pudiera lidiar con su nueva realidad. Hace unas semanas, el psiquiatra me citó en privado. Me dijo que no podía seguirlo albergando en su cuarto. Que tenía que sacar a mi hijo al mundo. Que él tenía que aprender a aceptar su apariencia frente a los demás lentamente.

La idea de traer visitas a nuestro hogar o de exponerlo a la mirada de conocidos le provocaba una ansiedad acelerada. Me tomó muchos días convencerlo, pero mi hijo finalmente accedió a ir a un parque poco frecuentado no muy lejos de nuestra casa. Se colocó sus gafas de sol y su sombrero y fuimos a la parada de buses. Podía notar su preocupación. Yo también estaba preocupada. No teníamos idea de cómo iba a reaccionar el mundo ante él. Nos subimos al bus y nos sentamos al frente. En esta área, los asientos estaban girados noventa grados como sucede en el transporte subterráneo, así que estábamos a la vista de los demás pasajeros. Una niñita sentada cerca de nosotros observó a mi hijo. Agarró a su madre, observó a mi hijo de nuevo y casi empezó a llorar. Le susurró algo a su madre.

La mujer la levantó y se disculpó conmigo. Se llevó a la niña al final del bus.

¿Mi hijo habrá visto eso? No lo sé. Solo nos habíamos movido un par de paradas, pero ya había notado a otra persona señalándonos. A otros murmurando. Se veían disgustados. Tenía la esperanza de que mi hijo no estuviera pendiente, pero luego me dijo al oído:
--Mamá, me están viendo. 

Le Murmuré de vuelta:
--No, no lo hacen. No pasa nada.

 Pero solo me levantó su tono:
--Mamá, todos me está mirando. Se me quedan viendo. 

--Cálmate --traté de decirle—
Solo te están mirando porque haces ruido».

Vi a una chica sacar su teléfono y empezar a grabarnos.

--¡NO! —gritó mi hijo—. No es por ESO que me están viendo. Ya me estaban viendo antes. Vámonos. Me quiero bajar».

La niñita al final del bus estaba llorando ahora. Ruidosamente. 

--Está bien. le dije. Presioné el botón para indicar nuestra parada.

--¿Por qué me siguen viendo? —insistió mi hijo—. Me quiero bajar ya. Llevame a casa. ¡Llévame a casa!.
La chica que lo quiso grabar se empezó a reír de la situación.

Y entones perdí el control de mí misma. Ni siquiera me di cuenta de que lo hice hasta que era muy tarde. Les grité, sonora y groseramente:

--¡DEJEN DE VER A MI HIJO!

Todos en el bus se callaron. Todos nos veían. El conductor se detuvo y ni siquiera estábamos en una parada.
--Señora, ¿puede salir del vehículo con su hijo, por favor?

Ambos estábamos llorando. Caminamos de vuelta a casa.

Esa noche ordené un paquete por internet.

Esa noche también fue cuando sus pesadillas empezaron. Gritaba a la mitad de la noche mientras dormía. Gritos sollozantes. Ni siquiera se daba cuenta de que lo hacía. Me mantenía despierta por la noche, y él nunca me dijo de qué trataban sus sueños. Pero a veces se despertaba y lo escuchaba llorar en abundancia. Hablaba para sí mismo, su voz se estremecía. Fue por esto que noté por primera vez que me estaba empezando a sentir aterrada de mi hijo. Los gritos por la noche se volvieron cada vez más guturales. Sonidos que ningún niño debería hacer. Si me paraba afuera de su puerta por la noche, a veces lo oía susurrar para sí mismo entre sus gritos. Palabras que no podía entender. Sonidos al azar o quizá un lenguaje diferente.

Anoche, mi hijo se despertó muy tarde. Estaba silencioso. Presté atención a su presencia, pero no pude discernir nada. Tenía la sensación de que algo me veía. Una porción pequeña de luz de luna se estaba colando, solo lo suficiente como para que pudiera ver algo espiándome desde la puerta de mi habitación. Era mi hijo. Su rostro horriblemente desfigurado era iluminado por un rayo de luz frágil. Me observó. Y luego comenzó a susurrar de nuevo, en ese lenguaje alienígena.

Grité tan fuerte como pude. Mi hijo se dio la vuelta y se regresó a su habitación corriendo. Han pasado horas y no ha salido de su habitación. Ni siquiera intenté hacer que volviera a dormir. 

Mi paquete llegó esta mañana.

También hice un poco de investigación. Descubrí que esta es una condición llamada teratofobia. El miedo a las personas deformes. Me puso a pensar… ¿la desfiguración de mi hijo lo ha vuelto loco? ¿O estoy sufriendo de teratofobia extrema y mi mente está exagerando los hechos?

No estoy segura. Pero lo que sí sé es que mi hijo no puede atravesar esto solo. Ni tampoco puedo yo. Se ha vuelto vastamente claro. Una madre debería hacer todo por su hijo, ¿no? No puedo reparar su apariencia grotesca y horripilante. Pero puedo hacerlo sentir menos solo. Darle un compañero. ¿Cuál podría ser un mejor consuelo para tu miedo que convertirte en el objeto al que temes?

Abrí el paquete. Miré su contenido. Ácido nítrico. Me he estado preguntado cómo es que se supone que lo debo derramar en mi cara. No quiero perder mi vista en el proceso. Supongo que tendré que investigar un poco más.

Pero no quiero desperdiciar mucho tiempo. Porque me gustaría despertar a mi hijo esta mañana como su par y demostrarle que no está solo. Que, juntos, las cosas no serán tan atemorizantes. Las cosas no serán tan aislantes. Las cosas serán mejor. He escuchado esta frase antes: «Ninguna perra en la tierra se compara a una madre que teme por sus hijos». Bien, quizá es tiempo para que mi hijo y yo le devolvamos el susto al mundo. Quizá hasta aprenderé a amarlo. Tendremos que aprender a amarlo. Sin importar qué, tendremos que aprender..

El barco de los muertos


Prometía ser un apacible crucero por las aguas del Caribe y durante los primeros días no fue otra cosa que eso. Todo iba bien, desde la meteorología hasta la educación de los pasajeros, en su mayoría europeos de clase media acomodada, que sabían pedir las cosas por favor y no les hacían proposiciones indecentes a las camareras.

Todo cambió después de que el barco hiciera una breve escala en cierta isla de las Pequeñas Antillas, algo alejada de las rutas turísticas habituales.

Un niño italiano se apartó de sus padres y se acercó a un misterioso gato negro, con la intención de acariciarlo. El gato, lejos de sentirse complacido por sus caricias, le propinó un doloroso arañazo y desapareció rápidamente entre la densa vegetación de la isla.

El pequeño Carlo lloró a lágrima viva, no tanto por el dolor del rasguño como por la decepción que le había producido la ingrata actitud del felino.

 Los sanitarios del barco lo atendieron con su eficacia habitual, le pusieron un desinfectante, le vendaron la mano herida y así acabó todo... hasta que al día siguiente, mientras el barco navegaba por mar abierto, Carlo empezó de pronto a sufrir inexplicables convulsiones.

El médico de a bordo no pudo hacer nada y ni siquiera fue capaz de diagnosticar qué le sucedía al pequeño. Carlo murió poco después de sufrir las primeras convulsiones, para desesperación de sus padres y consternación de todo el pasaje.

Pero la desesperación y la consternación dieron paso a la estupefacción y al horror pocos minutos después, cuando Carlo resucitó de repente y mordió a su madre en el cuello, como si se hubiera convertido en una fiera salvaje sedienta de sangre.

Sería demasiado largo (y sobre todo demasiado horrible) contar con detalle lo que sucedió en el barco durante aquella mañana infernal, lo cierto es que antes del mediodía la muerte y el terror reinaban por doquier.

 Innumerables muertos vivientes sedientos de sangre vagaban sobre la cubierta ensangrentada o devoraban las entrañas de sus víctimas en pasillos y camarotes, sin que nadie pudiera detenerlos. La infección se había extendido vertiginosamente, con terribles consecuencias: muchos pasajeros y casi todos los tripulantes habían sido despedazados o infectados por los despiadados colmillos de aquellas criaturas infernales, cuya humanidad había desparecido para siempre.

Los escasos supervivientes habían encontrado un precario refugio en las bodegas del barco, donde, sin embargo, se vivieron escenas realmente dramáticas. Todos los heridos que aún podían caminar fueron despiadadamente expulsados del refugio, pese a sus súplicas y a las lágrimas de sus familiares, pues en cualquier momento podían convertirse en nuevos zombies.

Y aquellos que ya no podían moverse simplemente fueron rematados a golpes antes de que la infección empezara a actuar. Quienes se opusieron a semejantes medidas fueron ignorados y en algún caso agredidos, pues el miedo había desplazado a la compasión y ya no había lugar para escrúpulos éticos: se trataba únicamente de sobrevivir a toda costa.

Un equipo de la guardia costera intentó abordar el barco, respondiendo al mensaje de socorro que el capitán había enviado antes de ser destrozado por los zombiss, pero fue inútil. Los monstruos se habían vuelto invulnerables y las balas de los guardias no los salvaron de ser destruidos, sin que quedara ni un solo superviviente.

Mientras duró el tiroteo, los refugiados de la bodega sintieron que un hálito de esperanza reanimaba sus desfallecidos corazones, pero, cuando los disparos cesaron y un silencio fúnebre se apoderó del barco, casi todos se entregaron a la desesperación y empezaron a sollozar como niños desamparados.

Además, allí no tenían comida ni agua, de hecho ni siquiera había aire para todos, por lo que no podrían resistir mucho tiempo y solo les quedarían dos opciones: salir para ser devorados por los zombies o quedarse para morir lentamente de hambre, sed y asfixia.

 Solo Jacques, un viejo marinero de raza negra, oriundo de las Antillas y conocedor de las tradiciones locales, conservó la serenidad y, cuando consiguió hacerse oír por aquella turba de desesperados, habló así:
--Creo que no está todo perdido. Los zombies son duros de roer, pero tienen una debilidad: la sal los espanta e incluso puede destruirlos.

Un niño francés apuntó tímidamente:
--Pues yo pensaba que solo se podía matar a los zombis pegándoles un tiro en el cerebro. Así es como los matan en las películas.

La hermana mayor del niño, que ni en los momentos más dramáticos perdía una oportunidad de meterse con su hermanito, lo interrumpió con sarcasmo:
--Claro, seguro que los guardacostas habían visto las mismas películas que tú y así les fue. Será mejor que te calles y escuches lo que va a decirnos el señor, que seguramente sabe de esto más que tú.

Sin hacer caso de los niños, el viejo Jacques intentó retomar su discurso, pero entonces fue una chica inglesa la que lo interrumpió diciendo:
--Pero, ¿habrá en el barco suficiente sal para detener a todos los zombies? ¿Y habrá que acercarse mucho a ellos para...?

Algo impaciente, Jacques alzó la voz antes de que la inglesa pudiera terminar la frase:
--¡No, no se trata de volcarles un salero encima! Nos matarían a todos antes de llegar a la cocina o a las despensas. Pero les recuerdo que estamos navegando sobre agua salada. Lo que tenemos que hacer es hundir el barco para que el agua del mar los destruya.

--Vale, caballero, pero en ese caso... ¿no nos destruirá también a nosotros? Claro que es mejor morir ahogado que devorado por esos seres, pero aun así...

--No vamos a ahogarnos. Podremos huir del barco en el bote salvavidas.

--¿Y habrá sitio para todos?

--No, pero tampoco llegaremos todos al bote. Ya se ocuparán los zombies de eso.

--¿Y cómo hundiremos el barco?

--Ahora mismo nos hallamos bajo la línea de flotación, así que, si hacemos un boquete en las paredes, el agua empezará a inundar la bodega. No creo que los zombies sean capaces de manejar las bombas, así que el barco acabará hundiéndose y tendremos el tiempo justo para huir antes de que eso suceda... si ellos nos dejan, claro.

--¿Y cómo haremos el boquete?

--Buena pregunta. Aunque, si mis cálculos son correctos, no será necesario. El barco va a la deriva en una zona llena de arrecifes, así que en cualquier momento...

En ese preciso instante una tremenda sacudida hizo temblar el barco y caer a todo el mundo, mientras un chorro de agua empezaba a penetrar, con fuerza incontenible, en la bodega. Una vez que Jacques consiguió incorporarse, les gritó a los demás:

--Bien, la casualidad nos ha ahorrado el trabajo, pero tenemos poco tiempo. No nos queda otra que arriesgarnos, si no queremos convertirnos en el almuerzo de los peces. ¡Venga, abran la puerta y que sea lo que Dios quiera!

Una vez abierta la puerta de la bodega, docenas de personas desesperadas empezaron a correr por los angostos pasillos inferiores del barco. Algunos resbalaron en la sangre que cubría el suelo y fueron aplastados por los pies de sus compañeros antes de conseguir incorporarse, otros fueron atrapados por los zombies y muchos se perdieron para siempre tras tomar un desvío equivocado, de modo que solo unos pocos llegaron al bote.
Guiados por Jacques, único de los supervivientes que tenía ciertos conocimientos náuticos, consiguieron abandonar el barco antes de que este se sumergiera y empezaron a remar hacia un islote cercano.

Tras una verdadera odisea, los extenuados supervivientes alcanzaron la orilla de aquel islote desierto, que apenas era un arrecife perdido en medio del mar. Tras asegurarse de que nadie presentaba señales de haber sido mordido o arañado por los zombies, bajaron del bote y se dejaron caer sobre una pequeña cala arenosa, pues ya no tenían fuerzas ni para mantenerse en pie.

El barco había desaparecido, devorado por las voraces aguas del mar, y las gaviotas sobrevolaban el punto del naufragio, esperando a que los cadáveres salieran a flote para picotearlos. Pero hubieron de marcharse decepcionadas, pues los cadáveres que esperaban... aún estaban vivos.

Docenas de zombies empezaron a nadar hacia el islote, rugiendo de rabia y ansiosos por devorar a los escasos seres humanos que se apiñaban en la orilla. Todos estos, salvo el siempre sereno Jacques, chillaron de horror al verlos y, pese a su estado de postración, intentaron levantarse para huir, pese a que aquel pequeño islote no podía ofrecerles ningún tipo de refugio. El niño francés le dijo al viejo marinero con voz trémula:
--Pero… usted dijo que la sal los mataría.

Jacques sonrió y le dijo al pequeño:
--No, la sal no les hace nada a los zombies, eso es solo una leyenda. En realidad, mi plan era otro, pero no me atreví a explicárselo porque me hubierais tomado por loco. En todo caso, era necesario que nos alejáramos del barco para no correr la misma suerte que los zombies.

--¿La misma suerte que los zombies? Pues yo a ellos los veo muy bien y a nosotros muy mal.

--¡Calla y verás, muchacho!

Dicho esto, Jacques alzó los ojos al cielo y empezó a entonar una extraña letanía en alguna misteriosa lengua ancestral, mientras los demás supervivientes, aterrorizados ante el lento pero inexorable avance de los zombies, apenas le prestaban atención.

Pero entonces Jacques terminó su oración y todos los presentes se quedaron mudos a causa de un asombro aún más fuerte que el miedo.

 Enormes tentáculos verdes, largos y gruesos como serpientes gigantes, habían surgido del mar y estaban atrapando a los zombies como si fueran pececillos indefensos, sin que ni uno solo consiguiera huir.

Cuando uno de los muertos vivientes era atrapado, aquellos anillos mortales estrujaban su cuerpo hasta que este literalmente reventaba en mil pedazos. Así, todos los zombies fueron destrozados en cuestión de segundos y entonces aquellos extraños tentáculos desaparecieron bajo el mar, tan súbitamente como habían aparecido.

De los zombies no quedaba más rastro que unas cuantas piltrafas ensangrentadas, que los tiburones hicieron desaparecer rápidamente.

Pasaron varios minutos sin que nadie se atreviera a decir nada, hasta que finalmente una señora francesa, madre de los niños que habían hablado antes, se atrevió a dirigirse al viejo Jacques con estas palabras:
--¿Qué… qué era… eso?

--El único ser que no teme a los zombies: el Gran Cthulhu, dios de mis antepasados y señor de las profundidades oceánicas.

--¿Y no… vendrá ahora por nosotros?

--No, con los zombies ya ha tenido bastante. No se debe invocar al Gran Cthulhu a menos que puedas ofrecerle algo que destruir, pues si no te destruirá a ti. En fin, cuento con ustedes para que la existencia de mi Dios siga siendo un secreto. No supondría ningún bien para la Humanidad saber que existen criaturas semejantes bajo las aguas del mar y, si nos preguntan, podremos decir que los zombies se hundieron con el barco.

Algo más tranquila, la francesa preguntó:
--¿Y ahora qué hacemos? ¿Intentaremos llegar a algún lugar en el bote o esperaremos a que venga alguien a rescatarnos?

--Será mejor esperar. Alguien pasará por aquí para investigar qué le ha pasado al barco y entonces nos llevarán a algún lugar seguro. Mientras tanto, será mejor buscar algo de comida. Quizás podamos encontrar cangrejos entre las rocas.

Todos los supervivientes estaban hambrientos después de varias horas sin probar bocado, así que aceptaron la sugerencia de Jacques y, mientras algunos buscaban cangrejos, otros se metieron en el agua para recoger moluscos. Pierre, el niño francés, se alejó de la orilla algo más de lo conveniente y de pronto emitió un grito de dolor, mientras a su alrededor el agua se teñía de sangre.

Uno de los tiburones que hasta entonces habían estado ocupados devorando los restos de los zombies se había acercado a él y le había propinado un feroz mordisco en una pierna.

Entre varias personas consiguieron espantar al tiburón y sacar al niño del agua. Lo tumbaron sobre la arena e intentaron reanimarlo, pero Pierre, que estaba muy pálido, permanecía con los ojos cerrados, aparentemente desmayado por la pérdida de sangre.

Marie, su hermana, se acercó a él con lágrimas en los ojos y le suplicó en voz alta:
--¡Por favor, Pierre, despierta de una vez! ¡Te juro que nunca más volveré a meterme contigo!

Al oír esto, el niño entre abrió los ojos, sonrió y le dijo a su hermana:

--No… no volverás a hacerlo… nunca más.

Dicho esto, Pierre se arrojó sobre Marie y la mordió en la garganta, como si de pronto se hubiera convertido en una fiera salvaje sedienta de sangre.

Fin.

La abuela del monte


El día que fui a provincia a visitar a mis abuelos, por el camino de ida ocurrió algo raro.

Como no recordaba muy bien la casa de mi abuela, al bajar del carro, me fui en dirección contraria, pensando que por ese lugar vivía.

Como mis abuelos viven cerca de un cerro, y en la sierra hay varios cerros, pensé que estaba yendo por el camino correcto.

Después de 10 minutos de caminata, cuando pasé por un riachuelo, me hizo algo extraño el camino, porque no recordaba que había un riachuelo.

Pensando que estaba perdido, al momento que iba a regresar, de repente veo a una persona caminando en dirección al monte.

Como quería orientarme, voy detrás de la persona para preguntarle en qué dirección está el pueblo.

Al momento que le estaba dando alcance, me percato que la persona era una mujer de avanzada edad, porque estaba caminando agachado.

Cuando le pregunté si sabe dónde queda el pueblo, parece que no me escuchó, porque seguía caminando.

Pensé que la abuela tenía problemas para escuchar, que ya por su edad no escucha bien, así que nuevamente le pregunto en voz alta si conoce el pueblo, pero la abuela, nada, no me hacía caso y seguía caminando.

Sé que ponerse frente a una persona es de mala educación y más aún en los pueblos. Se puede malentender y pensar que quieres hacer algo malo, pero como no la abuela no me hacía caso, no me quedaba de otra, que ponerme al frente y detener su camino para preguntarle en qué dirección queda el pueblo.

Al momento que estaba por ponerme en su delante, noté que la abuela caminaba con la mirada hacia abajo.

Estando en su delante, le digo a la abuela que por favor se detenga, y que me diga en dirección queda el pueblo.

La abuela no me respondía, y seguía con la mirada hacia el piso.

Nuevamente le pregunto a la abuela, que por favor me mire y me diga en qué dirección queda el pueblo.

Para que dije que levante la mirada, hasta ahora me arrepiento por decirlo, porque me tocó ver algo muy, pero muy terrorífico.

Cuando la abuela me miró, al instante me entró miedo, porque enseguida me di cuenta, que no se trataba de una persona, sino de algo, que no sé cómo explicar.

La abuela, tenía casi la mitad de su rostro cadavérico, verla así, hizo que enseguida me regrese a toda carrera por donde vine.

Después de correr por varios minutos, y con temor de voltear si la abuela me estaba siguiendo, al ver a otras personas, me detuve en su lado, y allí con miedo volteo si la abuela me estaba siguiendo.

Las personas vieron que estaba pálido y me pregunta si me encuentro bien.

Cuando le estaba contando que por aquella dirección vi a una abuela, enseguida me interrumpieron, y me preguntaron, no eres de aquí cierto.

Me dijeron que la abuela que vi es un espanto bueno, no hace daño a nadie, más que asustar. Todo el pueblo ya conoce a la abuela y si le sigues hasta el final, lo vas haber desaparecer llegando al monte.

Para suerte, las personas que encontré iban en dirección al pueblo, y al mismo tiempo, eran amigos de mis abuelos, así que me llevaron hasta su casa

domingo, 24 de mayo de 2020

LES JURO QUE ESE NO ES MI HIJO


Mi hijo se perdió hace 2 semanas y como toda madre preocupada por su pequeño, reporté el caso a las autoridades, estuve en las búsquedas policiales, pero no se encontró ni un solo rastro de él, muy triste me rendí y le pedí a los policías que hicieran lo mismo; es inútil les dije.

Pero ellos no se rindieron una semana después un par de oficiales aparecieron en la puerta de mi casa, tenían una sonrisa triunfante en sus rostros y enfrente de ellos se encontraba mi hijo, dijeron que lo habían encontrado caminando por el bosque a las afueras de la ciudad, su ropa estaba en un lamentable estado pero aparte de eso no se le miraba ni siquiera un rasguño en su cuerpo, lo dejaron conmigo y se fueron hacia su patrulla, para entonces dejarnos solos.

Ese no es mi hijo, se le ve como mi hijo, habla como el e incluso se comporta igual que mi hijo, pero se los juro, por favor créanme que cuando les digo que el NO es mi hijo, desde el día que llego no he tenido sueño y cuando empiezo a quedarme dormida, despierto con un escalofrío en todo el cuerpo lo he visto mirándome desde el marco de la puerta de mi habitación y justo cuando lo volteo a ver el desaparece, por favor tienen que creerme sea lo que sea ese no es mi hijo,
¿por qué estoy tan segura?

Por que hace 2 semanas yo asesiné a mi hijo y lo enterré en el bosque.!!

La cabra de Mendes


Conviértete en el temor de tu adversario, y cuando él se aleje. Lo hará con mucha más sabiduría. De este modo, te harás respetar en todas las esferas de la vida, y tu espíritu, tu espíritu inmortal, vivirá, no en un paraíso intangible, sino en el cerebro y en las fibras de aquellos cuyo respeto has conquistado.

…............

Su rostro termino ensangrentado por los golpes que le dieron. El niño se levantó recogiendo sus libros mojados por el lodo. Le arrebataron el dinero que no gasto en el colegio, dinero que ahorraba para un regalo para su madre. Se sacudió las lágrimas mientras pensaba que mentira tendría que decir hoy. y con la poca fuerza que le quedaba se dirigió a casa.

Los puños que le habían dado aquella paliza, entre risas y carcajadas se alejaban del camino.

Al llegar a casa, el niño vio a su madre dormida en el sillón, cansada de su trabajo. La cena no estaba servida y la casa se encontraba sucia sumergida en capa de polvo.

Sin gana alguna de seguir ahí, decidió ir a su escondite secreto. El establo del vecino.

Al llegar vio a un animal nuevo. Una cabra negra de tamaño incomparable, con una barba blanca y larga, sus ojos, o lo que parecería serlo, brillaban en la oscuridad. Un ruido de fuerza, desgastaba el piso con sus pesuñas. Rasgando cada vez más fuerte.

El niño se acercó a él con temor en sus pisadas. La cabra lo miro y su balar penetro los oídos del niño diciéndole.

Ama a tus enemigos y haz el bien a los que te odian y te explotan. Es la despreciable filosofía del perro que gira sobre su lomo cuando le dan patadas.

Odia a tus enemigos con todo tu corazón, y si un hombre te abofetea en la mejilla, ¡abofetéale en la otra! Abofetéale con toda tu alma, pues el velar por uno mismo es la ley más excelsa.

el que ofrece la otra mejilla es un perro cobarde!

El niño asintió la cabeza y se alejó del establo.

Al siguiente día regreso al establo con las manos ensangrentadas y dinero en los bolsillos. Se dirigió a la cabra y le dijo. Les he abofeteado con toda el alma y les e arrebatado lo que a mi creencia me pertenece.

La cabra le contesto:  Devuelve golpe por golpe, desprecio por desprecio, ruina por ruina, ¡y devuélvelos con interés del ciento por ciento! Ojo por ojo, diente por diente.

¡No hay un Cielo donde la gloria resplandezca ni un Infierno donde los pecadores se abrasen, es aquí en la Tierra donde conocemos nuestros tormentos! ¡es aquí en la Tierra donde sentimos nuestros goces! ¡es aquí en la Tierra donde están nuestras oportunidades! elige este día, esta hora, ¡pues no existe redentor alguno!

Repítelo: "Yo soy mi propio redentor”.

El niño tomo un rastrillo del establo y se marchó. Ese mismo día acudió a la casa de aquellos hermanos que lo atormentaban día con día. En ese momento se encontraban siendo golpeados por su padre. Golpeados por llegar a casa golpeados por alguien inferior a ellos. O eso es lo que decía el padre entre gritos y puños cerrados.

Miro detalladamente cada segundo.  Al ver salir al padre de la habitación. El niño entro para finalizar esa tortura con el final de los goces de la tierra, con los goces de la oportunidad. Con sus vidas.

Hundió el rastrillo en el pecho del hermano menor y con sus manos le cerro la garganta al hermano mayor. Mientras gemía en voz. Yo soy mi propio redentor.

Como tributo a la sabiduría que le había otorgado la cabra, les arranco la cabeza. Sin importancia de algún alma en esa casa donde se había cometido tal acto. Salió sin ser visto ni escuchado.

Se dirigió al establo. Se dirigió a la cabra y le dijo:

Toda mi vida me han dicho... Hay que amarnos los unos a los otros. Toda mi vida me lo han dicho como una ley suprema.

¿Pero qué poder lo ha hecho así? ¿sobre qué autoridad racional reposa el evangelio del amor? ¿por qué no habría yo de odiar a mis enemigos? ¿Si los amo, no me pongo a merced de ellos? Y mira ahora quien está a mi merced.

La cabra le acerco una de sus pezuñas, pezuñas que se volvieron manos humanas y le dijo:

Detén la marcha de aquellos que te persiguen. Deja que aquellos que han provocado tu ruina sean lanzados a la confusión y a la infamia, Déjalos que sean como paja menuda ante un ciclón, y después de que ellos hayan caído, regocíjate de tu propia salvación.

Toma mi mano, querido niño y póstrate a mi derecha, póstrate en el escalón de mis piernas donde mi mano señala al infierno. Sígueme a donde yo vaya.

…........

Entonces todos tus huesos dirán orgullosamente; ¿quién está por encima de mí? ¿no he sido demasiado fuerte para mis adversarios? ¿no me he liberado yo mismo por medio de mi cerebro y mi cuerpo?

Yo soy mi propio redentor, yo soy mi propia salvación.

sábado, 23 de mayo de 2020

EL QUE VIENE POR LAS NOCHES


Esta hecho nunca se lo he contado a nadie me paso hace más de treinta años, yo vivía en el campo cerca de la frontera con Bolivia, ya saben como es la vida de campo, levantarse temprano, dormir temprano; mi esposo trabaja en una maderera así que se iba temprano a trabajar y volvía al anochecer, en ese entonces teníamos tres hijos y estaban conmigo todo el día, entrado el invierno las noches se vuelven largas y los días cortos, mi esposo siempre se levantaba a las 4 de la mañana para prepararse para ir a trabajar y yo me levantaba junto con él para prepararle aunque sea unos mates, una madrugada me dijo que me quedará en la cama pues estaba un poco engripada así que seguí durmiendo y al rato sentí como mi esposo volvía a la cama y me abrazaba lo que me extraño a lo que me agarro una pesadez en los ojos que no podía aguantar el sueño así que caí en un sueño profundo, luego ya de día mis hijos me despertaron, voltee para ver si estaba mi marido pero él ya no estaba, espere ansiosa todo el día para preguntarle si era el quien volvió a acostarse junto a mi.

Cuando por fin llego espere a que estemos solos para preguntarle, a lo que me miro fijamente y muy serio respondiéndome “yo me fui temprano como todas las mañanas”, yo entre en pánico pues alguien o algo se había acostado junto a mi, él me abrazo y me dijo mañana veremos quien es tu solo hazte la dormida yo haré de irme a trabajar y luego volveré para saber quien o que es eso.

Llegada la madrugada se hizo todo normal él se levanto y se fue, yo me quedé en cama no podía estar de los nervios el corazón se me salia, imagínense 4 de la mañana lluvia y frío sin luz eléctrica, nuestra única luz era por velas o con un mechero; sentí como en un instante algo se metió a la cama de nuevo y me abrazo yo no podía disimular mi miedo y empece a temblar y a rezar, así estuve como alrededor de 15 minutos a lo que entra mi marido (él si tenía una linterna de esas a pilas como eran antes); alumbra, yo giro la cabeza y veo a este ser parecía un humano pero no lo era parecía un animal pero no lo era era calvo y flaco pero a la vez tenía pelos manos largas con garras y sus ojos brillaban; mi marido intento apartarlo de mi pero este ser me agarro del brazo y hacía unos gritos terribles, en un acto reflejo agarré y le tiré con mi crucifijo, fue ahí cuando me soltó y salió gritando por la ventana, mi marido lo persiguió con la escopeta pero éste ser se perdió en la densa oscuridad del monte para nunca más volver.

Así es la vida de la gente del campo, sepan escuchar y creer las historias que les cuentan, pues si las cuentan es por que habrá sucedido, esa gente es honesta y sincera, muchas veces ese tipo de experiencias vividas les pueden servir a ustedes para algún momento de su vida.

La niña vudu



A mí hermana le gustaban mucho los muñecos vudú, ella me decía que eran sus favoritos porque las costuras reflejaban felicidad por fuera, cuando por dentro era tristeza y desespero. Lo sé era medio rara.
Entonces ese día decidí regalarle uno, total ¿que podría pasar?
Bueno ese día fui a la tienda y compré esa muñeca, la verdad me dio miedo porque tenía cocidos los ojos con botones rojos, pero irónicamente mientras más terrorífica se viera a mi hermana le gustaba mejor.
Llegué y le di el regalo a mi hermana, se mostró sonriente y me agradeció mucho, estaba llorando de felicidad. 
Todo iba bien hasta esa maldita noche, ella estaba encerrada en su cuarto y se escuchaban gritos en su cuarto, pero gritos como de tristeza, como si se lamentará por no tener amigos o algo así. Yo ignoré lo que pasaba porque pensaba que ella estaba feliz con su nueva muñeca, bajé a comer algo y de repente escuché un grito de mi hermana que me heló la sangre "¡Si no quieren estar conmigo, van a morir!".
En ese momento, un silencio inquietante sucedió en la casa y decidí ir a ver qué pasaba, la puerta estaba cerrada con llave, entonces le hablé: "¿Estás bien?" y me dijo: "¡Estoy bien hermanito, no te preocupes!"
Entonces bajé nuevamente a la cocina y ahí estaba mi hermana, me dijo que apenas había llegado de ir a ver a su novio, le dije lo que había pasado y en ese momento fue cuando mi corazón empezó a palpitar sin control, ella también se asustó y me dijo que anoche esa muñeca le habló, estabamos muy aterrados.

Subimos al cuarto y ahí estaba esa muñeca, ahora era una niña, estaba en la cama llorando y diciendo que solo quería jugar con alguien, sin más ni menos, agarró a mi hermana del brazo y empezó a cortar su brazo con un cuchillo, esa escena aún la tengo metida en la mente, después quizo jugar conmigo, yo estaba asustado pero al ver que no tenía opción accedí, a pesar de todo no estuvo tan mal, aunque mi hermana y yo nunca imaginamos que ese día sería el primero y el último que jugaríamos juntos...

jueves, 21 de mayo de 2020

La niña desaparecida que regresó 50 años después




Esta historia se ha transmitido de generación en generación y todavía hoy en día muchos se preguntan si realmente sucedió o si simplemente se trató de una invención de la población. Lo cierto es que este caso continúa abierto como una de las desapariciones más famosas registradas por la policía.

Una desaparición misteriosa

Se cuenta que a principios de 1900 una familia conformada por tres integrantes (papá, mamá e hija), vivían en una zona apartada de una montaña. Un sábado como cualquier otro, los padres enviaron a la pequeña de apenas 5 años a recolectar para el desayuno y el resto del día.
La niña obediente sale, como tantas otras veces antes, a buscar las uvas y otras frutas para su familia. Al pasar varias horas y percatarse de que la niña todavía no regresaba sus padres preocupados comenzaron su búsqueda, gritaban su nombre con desesperación y fueron a todos los lugares cercanos, pero la niña no aparecía.

Las horas se transformaron en días y un grupo de voluntarios del pueblo se ofreció para ayudar a los padres a buscar a su pequeña hija. Durante semanas se mantuvo la búsqueda e inclusive buscaron en las profundidades de un barranco de la zona, no había rastro de la niña, ni de su ropa o la cesta que llevaba, por ningún lado habían huellas, pareciera como si hubiera desaparecido sin más.
El matrimonio quedó profundamente afectado, no pudieron superar tan irreparable pérdida y a pesar de ser una pareja joven no quisieron tener más hijos. Todas las noches el matrimonio rezaba por el descanso eterno del alma de su pequeña, ya que aunque nunca se descubrió el cuerpo ellos estaban casi seguros que la niña había fallecido.
Pasaron más de 50 años, cuando un día como cualquier otro, la mujer observa una pequeña niña a lo lejos que poco a poco se va acercando a la casa. Sus ojos no podían creer lo que veían, era su hija, era la misma pequeña de 5 años que regresaba con la misma ropa con la cual había desaparecido y la cesta llena de frutas. Rápidamente la mujer llamó desesperada a su esposo, quien tampoco podía creer que era ella, ambos saltaron a abrazarla y a besarla.
Por su parte, la niña estaba un poco asustada, para ella, esas dos personas no eran sus padres: sus cabellos eran canosos, sus cuerpos eran diferentes y las arrugas se habían hecho presentes alrededor de sus ojos y frentes. Sin embargo, después de un rato entendió que sí se trataba de ellos.

La niña le relató a sus padres que había salido a hacer la tarea que le habían encomendado y que tan solo habían transcurrido unas pocas horas, pero la realidad es que habían pasado más de 50 años y la niña no solamente había regresado, sino que su apariencia era idéntica a cuando desapareció. Algunos insinuaron que se podría tratar de una impostora, pero más allá de la apariencia física exacta a la de la niña desaparecida y la misma ropa, la niña conocía detalles e intimidades de su familia que más nadie podría saber.

Algunas teorías…

Hay quienes afirman que este caso es más que una leyenda, aseguran que se puede tratar del alma de la niña. Se dice que la niña falleció al caer por accidente en alguna ladera y su espíritu regresó a su hogar 50 años después de lo sucedido.
Otros creen que también se puede tratar de una abducción extraterrestre, con lo cual se explicaría que la niña estaba viva y lucía exactamente igual a cuando desapareció.
¿Habías escuchado esta leyenda? 

El hada de los dientes



La leyenda del hada de los dientes, tal vez sea un poco diferente a la que nos han contado desde niños, esa hermosa fabula en la cual ponemos nuestros dientecitos de leche recien caidos debajo de la almohada, y magicamente al dia siguiente encontramos moneditas, puede que tal vez no sea del todo precisa, al menos, asi no fue la que me conto mi abuela cuando yo era niño.

El dia que mi abuela decidio contarme aquella historia, me llevo aparte, ella ya era muy ancianita y sabiamos que pronto iba a morir, asi que yo pense que tal vez era una especie de confesion, esto fue hace apenas unos meses atras, lastimosamente, ya murio.
Me dijo que cuando yo era muy niño como para recordarlo, sucedieron cosas muy extrañas en el pueblo, en cuanto un niño comenzaba a perder sus dientes de leche, si los padres no tenian cuidado, el niño tambien desaparecia sin dejar rastro, pero en otros casos, pasaba algo aun mas espeluznante, algo que me ha dejado la sangre helada desde que me lo dijo, y creo que jamas voy a poder superarlo.

Resulta que al pueblo habia llegado una vendedora ambulante de todo tipo de dulces, algodones de dulce, pastillas, caramelos de colores, y diversas chucherias, nadie sabia de donde habia venido aquella señora, su rostro era dificil de ver, ya que usaba un enorme sombrero que al mantener su mirada baja, lograba ocultar su cara. Los padres al fin y al cabo estaban muy ocupados en sus cosas y preocupados por los ya desaparecidos, para poner atencion en que sus hijos formaban una aglomeracion todas las tardes al salir del colegio alrededor de la vendedora, para comprarle sus cosas, tanta era la cantidad de dulces que comian que aveces no querian probar la cena, mi abuela me dijo que incluso yo, por medio de mi hermanita, habia probado de aquellos dulces.

Segun contaban los niños, la vieja no hablaba mucho, apenas con un susurro les ofrecia su mercancia, el tiempo paso, y luego de un par de semanas, (segun me decia mi abuelita que en este punto ya estaba algo nerviosa) los niños comenzaron a enfermar, sus cuerpos se llenaban de verrugas y granos, fiebre alta, vomitos, pero algo muy impactante, era que a todos se les empezaron a caer los dientes, pero no uno como normalmente seria, sino que todos, dientes y muelas, lo espeluznante era que en sus boquitas habian gusanos, unos horribles gusanos de diferentes colores, justo como los caramelos que vendia aquella misteriosa señora, esos gusanos se estaban literalmente comiendo las encias de todos los niños.

Cuenta mi abuela que esa noche en mi casa mi hermanita se desperto gritando, con su almohada llena de sangre debido a la perdida de sus dientes, ella lloraba desesperadamente, ademas decia haber visto una mujer en su cuarto, y que aquella mujer se encamino hacia mi habitacion, mi abuelita, junto con mis padres corrieron a mi lado, y me conto con lagrimas en sus ancianos ojos, que jamas pudo olvidar lo que vio, habia una mujer sumamente extraña, de largas extremidades, ojos como de serpiente y manos huesudas, sujetando mi cabeza, y con una lengua verde, larga y bifida, estaba succionando la sangre de mis encias, ella misma no tenia dientes, y rostro, ahora visible, era horrendo, aquella aberracion parecia tener un saco lleno de dientes, aparentemente los recolectaba de sus victimas, y alli estaba echando los mios, junto con los de otros cientos de niños.

Aquella mujer me dejo libre en cuanto mi abuela y mis padres intentaron atacarla, pero aunque lograron salvarme, esa noche muchos niños desaparecieron, incluyendo mi hermanita, que se habia quedado sola en su habitacion, nadie sabe que era esa cosa o de donde habia venido, pero definitivamente no tenia nada que ver con el hada de los dientes que siempre he escuchado yo. Mi abuelita murio poco despues de revelarme lo que habia pasado, yo por fin comprendi porque desde muy pequeño utilizo una protesis en vez de una dentadura normal, ya veo que no fue una enfermedad como me contaron mis padres.

Ahora ya soy un adulto, tengo mi propia familia, e incluso tengo un niño que pronto mudara sus primeros dientecitos de leche, a el su madre ya le ha contado sobre el hada de los dientes, y el esta listo para esperar su recompensa en monedas, pero yo conozco la verdad, y tiemblo de terror, cada vez que mi esposa, le trae caramelos de colores a nuestro pequeño hijo.

Encuentro cercano con un Demonio



'Luis' se comunicó vía telefónica, quería platicarme de una experiencia paranormal que vivió hace un par de años y que, a su juicio, fue más que impactante:

“He seguido con detalle las publicaciones de los casos de mis compañeros y déjenme decirles que a mí me pasó algo igual, o más terrorífico, pues viajé con el demonio por 20 minutos. Déjenme explicarlo.

“Hace poco más de dos años patrullábamos por una colonia del norte de Mérida y recibimos en la radio un reporte sobre un disturbio que estaba ocurriendo en una casa del rumbo de la colonia Díaz Ordaz, entonces nos trasladamos para allá.

“Cuando llegamos a la dirección que nos dieron, escuchamos gritos y que varias cosas eran aventadas en la sala de ese domicilio, por lo que pensamos que era un caso clásico de un familiar tomado o drogado.

“Ya nos esperaba afuera una señora de unos 55 años de edad, quien brevemente nos dijo que su hijo (de 31) estaba como poseído, ya que decía que era el demonio y aventaba todas las cosas del interior de la casa sin una razón aparente, insultaba, gritaba, en fin, estaba muy agresivo.

"La señora aclaró que su hijo no estaba tomado y que, según ella, no ingería ningún estimulante, era la primera vez que le ocurría y que tampoco padecía alguna enfermedad como esquizofrenia o paranoia que justificara su comportamiento:

“Con el permiso de la señora para ingresar a su casa, procedimos a agarrar al sujeto. Éramos dos agentes y aunque pensamos que se pondría muy agresivo y se nos dificultaría inmovilizarlo, él no opuso tanta resistencia y fue relativamente fácil contenerlo y meterlo a la camioneta, que en ese entonces ya había llegado.

Los deja fríos el 'endemoniado' 

“A mí tocó ir con él en la camioneta, desde que lo agarramos en la sala solo se nos quedaba viendo de una forma diabólica, como de burla, de hecho confirmamos que no tenía una gota de alcohol, pues su aliento al menos no lo denotaba, pero a partir de ese momento comenzó la pesadilla para mi”, explicó.

“Mientras nos íbamos en camino para encarcelarlo, solo se me quedaba viendo hasta que me llamó por mi nombre y me dijo 'cuida a tu familia'.

Yo le respondí ¿Qué te pasa, me estás amenazando? Ya que a eso me había sonado y después me dijo con una voz ronca y muy diferente a la que le habíamos escuchado cuando llegamos a su casa:

“'Tu hija menor se va a enfermar de nuevo y tu abuela va a morir, ya'.

"¿Por qué me dices eso... me conoces? Le pregunté... y él respondió.

“'Soy el demonio y soy dueño y señor, no juegues conmigo porque estás por sufrir mucho'.

"En eso, mi compañero le dio un macanazo en la cabeza para que se callara, es cierto que no le dio tan duro, pero el detenido ni se inmuto ni hizo por sobarse, simplemente, lo viró a ver y le dijo: 'tu exesposa ahora se está acostando con otro, jajajaja... nunca tendrás hijos'.

¿Coincidiencias?

"Cuando llegamos a nuestro destino nos bajamos y procedimos con el papeleo, hasta ese momento no le di tanta importancia al asunto, pero, al día siguiente por la mañana, mi hija recayó de su bronquitis y tuvimos que hospitalizarla, como ya había pasado otras veces y por la noche, mi abuela, quien en lo que cabe estaba saludable ¡falleció de un infarto!

"Fue cuando recordé lo que dijo ese fulano, que mi hija 'recaería de nuevo' (¿como sabría que había estado enferma antes?) y luego la muerte de mi abuela.

"Lo traumático vino una semana después, cuando hablé con mi compañero –el que le dio el macanazo- y me dijo algo que me dejó de a 'cuatro', pues me confesó que un par de meses antes se había separado de su esposa porque, en efecto, le había descubierto una infidelidad.

"Esto último no se lo había dicho a nadie en la Secretaría ni a ningún compañero, me lo había confiado porque estaba intrigado por la forma en que se lo dijo el detenido y lo peor del caso, también, meses antes se había enterado, después de que se hiciera varios estudios, que no podía tener hijos. Yo le platiqué lo que pasó con mi hija y mi abuela y vaya que nos espantamos.

"Lo poco que pudimos averiguar de ese fulano fue que en los exámenes toxicológicos no se le detectó droga alguna, es decir, estaba, en lo que cabe, en sus cinco sentidos. 

“Creo que, sin darle vueltas al asunto en verdad, aquella tarde estuvimos y hablamos con el mismísimo demonio”, finalizó.

El Extraño Caso de Elisa Lam


Este incidente fue explorado con anterioridad en la entrada: “Los 7 hechos terroríficos que no tienen explicación,” pero ha aparecido nueva información y hallazgos que hacen del caso de Elisa Lam algo todavía más abominable.
Para empezar hay que hablar un poco sobre lo que ha sucedido en todo el tiempo desde aquella entrada. La policía de Los Ángeles cerró el caso, cosa que asqueo a mucha gente interesada en él. El departamento de inteligencia al servicio de la ley no encontró ninguna explicación lógica a la horrible muerte de esta mujer ni al espeluznante vídeo que tomó la cámara de seguridad del elevador con las últimas imágenes de ella con vida.
Pero gente que estudia el caso descubrió coincidencias tan escalofriantes que es casi imposible encasillarlas en la casualidad.
Primero hagamos un breve repaso del hecho en febrero del año 2013 inquilinos del hotel Cecil de Los Ángeles, Estados Unidos reportaron que el agua que salía de los grifos y la regadera tenía color extraño, quienes tienen la costumbre de tomar de tomar agua de ahí dijeron que el sabor no era nada bueno. Quienes se vieron ensuciados por el color y la sustancia viscosa y extraña que apareció en el agua al ducharse dijeron que tampoco olía muy bien.
Empleados del hotel fueron despachados a la azotea donde se reposan los tanques de agua, al abrir uno por uno con mucho esfuerzo los contenedores se vieron cara a cara con el horror
Un cuerpo en avanzado estado de descomposición, que luego los forenses dictaminaron que había estado no menos de 19 días inmerso el fondo cuando lo hallaron.
Un montón de turistas, horrorizados, asqueados y perplejos, hicieron su check out del hotel inmediatamente, algunos fueron devueltos a sus estados de residencia, otros a sus países de origen con el recuerdo de unas vacaciones traumáticas, más que cualquier otra cosa
Mientras tanto la policía de Los Ángeles, con ayuda de otras fuerzas del orden y las cámaras de seguridad del hotel identificó el cadáver. Se trataba de una canadiense de origen asiático de 25 años llamada Elisa Lam. Era inquilina y el último testimonio de vida que se recogió de ella fue este vídeo tomado con el mismo día de su muerte.
Ver este material crudo es tenebroso porque ninguna de las otras cámaras de seguridad del Hotel Cecil captó nada raro, ni en el lobby, ni en los pasillos, ni en ninguno de los pisos, sin embargo en el video vemos que Elisa se encuentra aterrorizada, asediada, acosada por algo que al parecer sólo ella puede ver.
El espantoso modo en que murió en ese mismo día es el poderoso indicio de que este material tan extraño debe ser tomado muy en serio. El cuerpo de la Señorita Lam, quizá vivo quizá muerto, fue depositado en el interior de un tanque de agua que debe ser abierto, usando herramientas y varios brazos con fuerza suficiente.
Ni las cámaras, ni los inquilinos, ni los empleados, ni las miles de personas que son capaces de ver día y noche a la azotea del Hotel Cecil desde los numerosos rascacielos de la metrópolis, vio absolutamente nada.
La policía de Los Ángeles, por su lado, hizo su exhaustiva labor científica, y si bien la realidad es muy distinta a las series televisivas a las que estamos acostumbrados, ésta sí que da un indicio verídico de hasta qué punto son capaces de llegar y con qué recursos cuentan las fuerzas del orden estadounidenses para resolver un homicidio. Todo esto se aplicó en este incidente que tuvo repercusión nacional sin dar ningún fruto.
El caso de Elisa Lam no tuvo solución, de hecho, fue catalogado como un accidente.
Recientemente apareció nueva información, que lejos de ayudar a resolver esto, echa leña al fuego y hacen del incidente de Elisa Lam algo francamente enloquecedor. Resulta que este hotel fue, en el año 1985, el lugar de residencia del asesino serial, Richard Ramírez, hombre que mató a 14 personas y que la prensa había apodado: “El acechador nocturno.”
Ramírez era conocido por desfigurar a sus víctimas a fuerza de puñaladas. Más tarde en 1991, el Hotel Cecil era hogar de otro asesino serial, que también pagaba la renta para vivir ahí. El Sr. Jack Unterweger muy bien, enfermo homicida que asesino de 10 a 15 prostitutas antes de su aprehensión y posterior suicidio.
Los hoteles generalmente albergan a mucha gente con muchas historias distintas, pero aun así, que el Hotel Cecil tenga historial de haber sido el lugar de residencia de dos asesinos seriales famosos es un hecho de uno en un millón.
Este edificio de 14 pisos, construido en el año 1927, fue conocido en Los Ángeles por ser también el lugar de despedida de muchos suicidas.
Hubo una gran cantidad de personas que saltaban desde las ventanas de los pisos superiores. Un caso particularmente mórbido fue el de una mujer que cayó al vacío y mató a un transeúnte que caminaba por la acera al desplomarse sobre él.
¿Hace falta decir que además de un número altísimo y no determinado de suicidas, este hotel fue también famoso antes del caso de Elisa Lam y de los asesinos Richard Ramírez y Jack Unterweger, por haber sido el lugar del suceso de tres asesinatos horrorosos? ¿Hace falta decir que paralelamente a todo ello éste es tenido popularmente como el edificio más misterioso y escalofriante de Los Ángeles? Y no olvidemos que este también es el lugar donde docenas de inquilinos en el año 2013, tomaron y se ducharon con el agua que contenía los restos húmedos del cuerpo de Elisa Lam.
Todo lo que leíste no fue la trama de un libro de terror, sino algo completamente real, y paso ahí.


martes, 19 de mayo de 2020

EL ABORTO DE LUCÍA



Mi nombre es Lucía les quiero contar mi historia.

Iba a cumplir 15 años, estaba muy emocionada porqué mis padres me harían mi fiesta todo iba perfecto.

Pasaron los días y llegó el momento de mi fiesta, hasta que de pronto se acercó un chico muy guapo, me felicitó me dio un regaló, quedé muy emocionada por aquél muchacho tan hermoso, todo estaba marchando genial, se terminó la fiesta.

Al día siguiente empecé a ver mis regalos con mis padres y mi hermanita menor, cuándo me tocó abrir el regaló de aquél chavo, mi corazón se aceleró, la emoción invadía mis entrañas, el regaló era muy hermoso, era un bello corazón en una cajita, en la parte inferior había una nota, no lo quise leer, porqué mis padres estaban conmigo, después de abrir todo los regalos, me dirigí a mi recámara para acomodar todo lo que me habían regalado.

Me senté en mi cama y volví a ver, el regaló de aquél chico, la nota decía: TE REGALÓ MÍ CORAZÓN CON AMOR EMILIANO, quedé muy emocionada, por qué no recordaba de dónde lo conocía.

Llegó el lunes y tenía que ir al colegió, llegué al salón y baya la sorpresa que me di, estaba ahí, si ahí sentado en mi cubículo, me quedé paralizada de la emoción, no podía creer que era mi compañero de clase, él se acercó y me dio un beso en la mejilla, mi corazón de nuevo quería salirse del pecho, él me sonrió, tomó mi mochila y la llevó al cubículo.

Llegó la profesora, pero no podía concentrarme, Emiliano me encantaba, me decía a mi misma me he enamorado.

Llegó la hora del recesó, nos pusimos a platicar, él me invitó una nieve, todo era perfecto, tocaron el timbre para entrar de nuevo al aula.

Después de unas horas término las clases, él me dijo que me acompañaría a mi casa, por supuesto acepté rápidamente.

Nos fuimos platicando, reíamos sin parar, era mi gran amor.

Pasaron los días, él era muy atentó conmigo, cada día me enamoraba más de él, estaba realmente ilusionada, por aquel chico tan perfecto.

Pasaron los meses, hasta que de pronto, me pidió que fuera su novia de la manera, más linda y tierna.

Por supuesto le dije que SÍ.

Todo era especial, era muy atentó, cariñoso, me enamoraba con sus detalles cada día.

Llegó el día que cumplimos un año de novio, él me preparó una reunión con los amigos más cercanos, todo era sensacional.

Luego se retiraron uno a uno nuestros amigos, quedamos completamente solos, después me dijo que cerrará los ojos, porqué tenía una última sorpresa, mi corazón se aceleró.

Me tapó delicadamente los ojos, él me iba guiando para no caerme, di algunos pasos, de pronto me dijo, que quitaré el trapo de los ojos cuándo de pronto mis ojos se descubrieron, todo era hermoso, estábamos en el patio de su casa, era un lugar especial para los dos, puso música tranquila, bailábamos, comimos fresa con chocolate, todo iba perfecto, sabía que ese momento me entregaría a él.

Pasó lo que tenía que pasar, fue realmente hermoso, para los dos, era nuestra primera ves, después me acompañó a mí casa.

Al día siguiente me tocaba ir al colegió, él como siempre muy atentó y amoroso.

Todo iba tan perfecto, cuándo de pronto me empecé a sentir mal, tenía náuseas, mareos.

Él me consentía en mis malestares que tenía.

Después de unos días, al salir del colegio, nos dirigimos a mi casa, cuándo de pronto me empecé a sentir muy mal, él me llevó con un tío de él, que es Doctor, me hizo muchos estudios.

Llegó con algunos resultados de mis estudios, él se veía muy preocupado, los nervios nos estaba matando.

Cuando me entrega una prueba de embarazó, decía: POSITIVO.

Me desmayé, pasó un rato, desperté, él estaba hablando, tocando mi vientre, estaba muy emocionado porqué sería papá, en cambió yo estaba abrumada, aterrada por aquélla noticia, no sabía como iba a reaccionar mis padres.

Él me dijo que sé haría responsable de nuestro bebé, estaba realmente emocionado.

Pasaron los días, no tenía la forma de decirle a mis padres que estaba embarazada, él me dijo que se lo diríamos juntos.

Llegó el momento y hablamos con mis padres que estaba embarazada, ellos muy molestos me empezaron a regañar, a insultarme, que le daba vergüenza en tenerme como hija, a él lo corrieron de la casa, le dijeron que jamás sé acercaría a mí, y que la escoria que llevaba en el vientre no tenía que nacer.

Quedé impactada por aquello que dijeron, él se fue, corrí llorando a mi recámara.

Le hablaba a mí bebé, le decía que lo amaba sin conocerlo, era producto de un inmenso amor que nos teníamos su papi y yo.

Lloré tanto que me quedé dormida, después de un rato me despertaron los gritos de mis padres, ambos se echaban la culpa de mí error, ellos decían que no nacería mi bebé, que era una aberración, qué todo mundo lo iban a señalar que la sociedad podía enterarse, corrí de nuevos mí recámara, me acariciaba el vientre, ya amaba a mí bebé, después de unos minutos, una llamada inesperada, era él, mi amado Emiliano, tendría un plan para que no, nos separan y nos dejarán tener al bebé, nos íbamos a fugarnos juntos, él tenía todo preparado para irnos el fin de semana, de nuevo mi alegría regresó a mí, le hablaba a mi bebé que pronto estaríamos con papi.

Pasaron dos días mi madre me dijo que teníamos que ir al Doctor para ver como estaba el bebé, que me apoyaría con el embarazó, que había aceptado mi estado, estaba muy emocionada por eso, que acepté en ir con ella, llegamos aquel hospital, al entrar sentí escalofrío, sólo pensé que era los nervios, esperamos un rato y luego pasamos con el doctor, nos dijo que iba bien el embarazó que tenía un mes mi bebé, luego me pasaron a un cuartito, donde me iban a poner unos medicamentos para ayudar al bebé, eso se me hizo extraño, pero mi madre estaba conmigo, entonces no dudé en lo mínimo, pasaron unos minutos empecé a sentir me mareada, le dije a mi madre que estaba pasando, lo último que escuché, es por tú bien, mi niña.

Cuando desperté estaba algo aturdida no entendía que estaba pasando, sólo miré alrededor estaba acostada, me tenían suero y unos aparatos en el cuerpo, sentía un vacío y dolor en el vientre, empecé a gritar y me quité todo los aparatos que tenía en mi cuerpo, grité, grité en eso entró mi madre y pregunté que es lo que estaba pasando, mi madre respondió tú problema está resuelto, ese bastardo ya no existe, empecé a llorar y a gritar ¡Mi bebé¡ ¡Mi bebé¡ yo lo amó, yo te amó mí bebé, mami te ama muchísimo, que hiciste madre, me arrancaste a mi bebé, te odió madre, en eso llegaron los doctores y me pusieron un sedante.

Pasaron los días, no comía, no dormía y me la pasaba llorando todo el tiempo, por las noches en los ratos que me dormía, me despertaba las pesadillas que me atormentaba cada día.

Le conté lo sucedido a Emiliano, él lloraba por la noticia, mi tristeza cada día era peor, hasta que de pronto una llamada lo cambio todo, me marcó Emiliano me dijo qué me amaría por siempre y que pronto estaría con nuestro bebé, cuándo de pronto escuché un disparó, empecé a gritar su nombre con desesperación, nadie me respondió, entendí qué había perdido a mi bebé, y al amor de mi vida.

Empecé a bajar de pesó, mis padres estaban preocupados e intentaron llevarme al Doctor, pero cada ves qué me hablaban me llenaba de odió, terminaba insultándolos, y corría a mi cuarto a llorar, la tristeza invadía mis entrañas.

Hasta que una noche escuché un ruido en el bañó, me asuste un poco, pero agarré valor averiguar que era, sentía un escalofrío y los nervios me estaban matando, cuándo de pronto un reflejó de un pequeño cuerpecito estaba en el bañó, él cielo tronaba, comenzó a llover con más fuerza, mis gritos de agonía nadie lo escuchaba, no podía creer que mi bebé estaba ahí mirándome y juzgándome por el error que cometió mi madre, le decía mi bebé yo te amo, tu abuelita me quitó la oportunidad de tenerte en mis brazos, él cuerpecito comenzó a caminar hacía mí, arrastrando por el suelo el cordón umbilical y manchando el piso de sangré, sólo quería que me abrazarás y me llenaras de besos, cada ves gritaba con más fuerza que no era mi culpa, él sólo se acercaba cada ves más a mí.

No pude más salí corriendo con lágrimas en los ojos, con unos gritos de agonía, corrí en medió de la lluvia, llegué a una bodega, mis ojos iluminaron un viejo machete, grité con todas mis fuerzas Te Amo Emiliano, pronto estaremos con nuestro bebé, nos amaremos por toda la eternidad, corté mis venas de ambas manos, poco a poco mis fuerzas se iban de mi cuerpo, a lo lejos vi a mí bebé y a mi amado qué se acercaban a mí, los dos me abrazaron, Emiliano me dijo ahora sí estaremos los 3 para toda la vida!!!

¡ papi papi !

«¡PAPI!, ¡PAPI!... ¡TENGO MIEDO!»

¡Papi, tengo miedo!... ¿Puedo dormir contigo?

¿Qué pasó mi niña?, ¡ya es de noche, ve a dormir a tu cama!... ¡Ya es muy tarde!

Pero papi, ¡se oyen ruidos muy feos en mi cuarto!...

Me levanté y abandoné la cama para ir con mi pequeña a su cuarto, encendí la luz: Ves... ¡no hay nada aquí para temer!.

¡Pero papi, cuando apagas la luz se escuchan ruidos muy feos!...

¡Ves, no se escucha nada!, ahora ya duérmete por favor, que mañana hay que madrugar...

¡Papi, no te vayas!... ¡quédate conmigo!...

Está bien mi amor, pero sólo por esta noche, ahora ya duérmete por favor...

Me acosté en la cama con mi pequeña y la abracé...

¡Jorge, Jorge!... ¡Despierta, levántate!... ¡Ya es tarde!... ¡Otra vez te quedaste dormido en el cuarto de la niña!... ¿Hasta cuándo vas a impedir que se vaya?... ¡Déjala ir de una vez!, hace un año que murió y todas las noches vienes a dormir aquí, a su habitación; ¡acéptalo de una buena vez!...

¡Ya voy amor!...
Si tan sólo le pudiera yo decir a mi esposa que mi niña viene todas las noches con miedo a buscarme, tal vez recordaría, que al año siguiente de su muerte ella se suicidó del dolor...

Hace años que vivo entre sus dos fantasmas... Tal vez, también yo sólo sea un espectro y aún... ¡no lo he notado!.

NUNCA TOMES NADA DE UN CEMENTERIO


Una tarde de Noviembre fuimos a visitar a mi abuelo que cumplía años de fallecido y lleve a mis dos hijos, mi hijo mayor tiene 15 y mi hija menor tiene 10, yo me puse a arreglar las flores, a quitar el monte que había crecido alrededor de la tumba, me puse a barrer y en todo eso mi hijo mayor se puso a jugar en su celular un poco aburrido de estar allí y mi hija se fue a caminar por allí, a lo que solo le dije que no se alejara mucho.

Así pasó talvez una media hora y yo la veía que brincaba de un lado a otro y sabía que estaba bien, cuando derrepente escuché que ella se reía y parecía que hablaba con alguien pero me asomé y vi que no había nadie.

La llamé y ella inmediatamente se acercó y me quedé tranquila pues siempre me gusta tener a mis hijos a la vista, terminé de adornar, hice una pequeña oración y nos fuimos.

Cuando ibamos en el carro le pregunté si había hablado con alguien y me dijo que solo había visto a un niño, le pregunté si iba con alguien que estaba arreglando alguna tumba y me respondió no sé. Pensé que se trataba de algún niño que iba igual que mi hija con alguna persona que iba a visitar a un familiar.

Lo raro empezó esa noche cuando mi hija empezó a dar gritos y mi esposo y yo salimos corriendo a ver que pasaba y ella nos dijo que había llegado el niño del cementerio, mi esposo se me quedó viendo sorprendido y me dijo que le explicara que era lo que había pasado , le expliqué y el le dijo a mi hija que solo había tenido una pesadilla, que seguramente al conocer al niño su mente lo había puesto en sus sueños pero ella decía que no que, no era una pesadilla y que ese niño ahora estaba con ojos rojos y la quería agarrar.
Mi esposo le dijo que fuera a dormir con nosotros y que ya mañana ya ni se recordaría.
Mi hija se acordaba de todo pero ya no le dimos mayor importancia fuimos a dormir como de costumbre y otra vez los gritos nos despertaron ella nos dijo que el niño quería llevársela y que la había jalado de la muñeca, nuestro asombro fue mayor cuando vimos su muñeca y tenía marcas rojas como si efectivamente la hubieran apretado y tenía como tierra y yo no lo podía creer, de nuevo la llevamos al cuarto y así durmió unos días con nosotros, ya que todo estaba calmando y la niña no sentía miedo la dejamos durmiendo en su cuarto y a las 3 de la mañana otra vez aquellos gritos de terror, pero al entrar estaba manchado el piso con huellas como de niño pero con lodo y no me explicaba como estaban esas huellas allí.

Mi hija llorando decía que el niño del cementerio había llegado otra vez y se la quería llevar .

El otro día la lleve a la iglesia hablé con el sacerdote y el me dijo que quería hablar con ella, le pregunto si el niño que vio en el cementerio le dijo algo, le quitó algo o le dio algo, ella le dijo que no que solo cuando lo vio ella lo saludo y el también pero de pronto yo la llamé y ella lo despidió y el se fue corriendo al igual que ella, pero que si había encontrado un anillo y se lo puso, cuando vi la mano de mi hija allí tenía aquel anillo, no sabía como fue que no le vi ese anillo antes mis ojos se sobresaltaron, el cura agarró su mano y la mano de mi niña se veía muy blanca como con venas moradas .

El cura me dijo que fuera de nuevo al cementerio y que la niña dejara el anillo en aquel mismo lugar, le dijo a ella que tratara de recordar donde fue exactamente donde estaba y enterrarlo en ese lugar.

A mi la verdad me dio mucho miedo ir sola y le pedí al cura que nos acompañara, gracias a Dios el aceptó y por la tarde fuimos y allí donde mi hija dijo que estaba el anillo allí estaba la tumba de aquel niño, había fallecido a los 9 años como 20 años atrás .

En la tumba decía el nombre del niño y junto con el sacerdote, enterramos el anillo pidiendo que por favor dejará en paz a mi hija, hicimos una oración y pagamos una misa a su nombre y nos fuimos del lugar.

No sabíamos que pasaría esa noche pusimos a dormir a la niña y nos fuimos a dormir también, como a las 3 de la mañana mi hija llegó a nuestro cuarto, yo asustada le pregunté que pasó y nos dijo que el niño llegó, pero está vez estaba sin los ojos rojos le sonrió y le hizo con la mano una señal de despedida como en el cementerio.

Desde aquella noche mi hija volvió a dormir tranquila pero ya no le gusta ir al cementerio .
Yo cuando puedo llevo unas flores extras y las llevo a aquella tumba en agradecimiento que nos cumplió aquel favor que le pedimos y dejo tranquila a mi pequeña Camila.

carmen winstead

(Historia verdadera-Carmen Winstead)  Ellos la empujaron. Después del almuerzo, el profesor anunció que la escuela estaba sosteniendo un sim...