En 1930, una partida de cazadores del estado de Wisconsin, que vivían en comunidades rurales, afirmó haberse encontrado con una criatura a la que habían confundido con lobo. Al mirarla de cerca pudieron darse cuenta de que estaba lejos de ser dicho animal. El ser era enorme, tenía una figura humanoide, caminaba erguida como los humanos y estaba cubierto de pelo. Aterrorizados, los hombres intentaron dispararle con sus rifles, no obstante el monstruo fue capaz de soportar las balas y se escabulló, no sin antes amenazarlos al sacudirse de manera violenta e intentar assesinar a algunos de sus miembros.
Muchos pensaron que se trataba de un hombre lobo.
Desde que el incidente se supo, hubo varios hombres que se aventuraron en las profundidades del bosque para cazarlo, sin éxito. La mayoría regresaba a sus casas sin haber encontrado ni rastro de la criatura. Pero otros, amanecían despedazados entre los árboles.
Han pasado decenas de años, pero la leyenda de la bestia de Bray Road sigue contándose hasta nuestros días. Y hay quienes creen que este ser, (o en su defecto, alguno de sus descendientes), sigue acechando por los caminos rurales desolados, a la espera de alguna víctima de la que se pueda alimentar.
Nuenas noches 🇲🇽
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El túnel de los gritos.
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Cerca de las Cataratas del Niágara, es fácil acceder a un largo y derruido túnel, al que no obstante, no muchas personas quieren acercarse. La razón es sencilla: está maldito.
La leyenda relata que en su interior murió una niña que hasta la fecha no puede encontrar paz. Esta pequeña procedía de una familia muy pobre. Su padre era borracho, violento y vicioso; a menudo le propinaba brutales palizas a su madre y a ella, la amenazaba para que no fuera a contar nada. Cierto día, en medio de un acceso de cólera, el hombre mato a su esposa y luego rocío combustible por toda la casa, para quemar el cuerpo y a su hija. La chiquilla sin embargo, logró salir para ir en busca de ayuda.
Su padre fue tras ella.
La niña fue alcanzada por él en el túnel y allí mismo, el malvado le prendió fuego, riendo enloquecido mientras ella gritaba de agonía. Tras la muerte de su esposa y su hija escapó del estado, y nadie lo volvió a ver. Las autoridades estaban horrorizadas al encontrar el cuerpecito carbonizado del túnel.
Es a partir de este incidente que todos los visitantes del lugar cuentan la misma experiencia: al adentrarse en el pasaje los envuelve una atmósfera opresiva, tienen la sensación de que alguien los está vigilando. El sitio es muy oscuro, los teléfonos no tienen recepción cuando se está dentro. Si se lleva una vela o un fósforo para alumbrar el camino, una brisa repentina los apaga. Si se usa una linterna o un móvil, dejan de funcionar hasta que se sale del pasadizo. Y es entonces cuando, antes de llegar al final, escuchan un grito desgarrador.
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